viernes, 8 de noviembre de 2013

Boceto de Tahití








En marzo de 2012 Nortesur publicaba una edición de Antes y despúes, de Paul Gauguin, un libro autorreflexivo y de memorias.

Como siempre hacíamos, habíamos buscado textos para enriquecer la edición, ya fuera con trabajos de apoyo o con otras obras que le dieran luz y referencia. 


En este caso descubrí, pues yo lo desconocía, este texto:


Gauguin. La larga huida  de  MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN


Fui a la biblioteca y lo leí. A medida que avanzaba en la lectura, iba experimentando una creciente emoción, la propia de los descubrimientos que confirman una sospecha. Gauguin y Vázquez Montalbán estaban unidos por una afinidad, más opaca que la de las tendencias comunes, la de los destinos cruzados y paralelos. Ambos huyeron, si. Para ellos la vida fue una huída. 
Recordé la noticia de la muerte de MVM, causada por un infarto en el aeropuerto de Bangkok, como la de Gauguin en el meollo de lo exótico, la selva, justo cuando los dos pretendían regresar a casa, un regreso que prolongaba, culminaba, su viaje de fugitivos.
Llamé a D. para explicárselo. Gauguin ya podía llevar su complemento literario.
Llevárselo.




El de Gauguin fue un viaje constantemente iniciático, un viaje simbólico desde las tinieblas hasta la luz.
Manuel Vázquez Montalbán 


viernes, 25 de octubre de 2013

Escritor de solapa








No es una profesión, ni un escritor liliputiense para echarse al ojal, pero existe: mucha gente me ha preguntado quién hace los textos de contraportada y los resúmenes de las solapas que normalmente se refieren al  autor.


Yo misma suelo contestar que es un misterio. Aunque haya escrito varios de esos textos, estamos muy lejos de aclarar la identidad de estos mayordomos de la sinopsis que deben reducir lo máximo a lo mínimo, que tan pronto hacen fotocopias, como limpian la plata de la editorial, o vigilan el polvo que se acumula en los miembros del comité de redacción. En el mundo de la edición existen los "trabajos oscuros", correctores, negros o buscadores de simas, no se pueden deshacer de la sombra, os lo aseguro.


Solamente para acrecentar la confusión, confieso haber escrito, al menos, éstos:

  
LOUISE DE VILMORIN
Louise Lévêque de Vilmorin (Verrières-le-Buisson, Francia, 1902-1969) fue escritora y mujer versátil. Seductora, elegante e imaginativa, aunque pudiera ser célebre sólo por la alcurnia de sus amantes (Saint-Exúpery, Malraux) lo es por la personalidad que los conquistó y por las obras que generó su inquieto talento. Educada entre nobles, fue la impulsora de un famoso salón para inspiración de los creadores más activos de su tiempo. Escribió cuentos, guiones, poemas y varias novelas, entre ellas Madame de, llevada al cine por Max Ophüls y obra maestra de una y otro.



Almas rezagadas (Edith Wharton)

Almas rezagadas se considera uno de los relatos más brillantes de la literatura norteamericana, tanto en el fondo como en la forma. En él aparecen las cuestiones más críticas de la cultura normativa anglosajona, especialmente la del matrimonio y la del papel que las mujeres desempeñan en él. Lydia, la protagonista, debe elegir entre casarse con su amante para limpiar la mancha social de su divorcio, preservar la autenticidad de esa relación amorosa o garantizar su libertad como individuo no sacrificado a la familia. El relato explora todas las posibilidades con profundidad, a través de una minuciosa elaboración narrativa.



Memorias de Coco

Un encuentro, un desencuentro y dos mujeres extraordinarias son el origen de estas memorias. Louise de Vilmorin y Coco Chanel se conocen en Venecia en 1947, planean una biografía escrita por la primera sobre la segunda, una memoria que esté hecha de vida y también de deseo, de revelaciones de la visión del mundo a imagen y semejanza de aquella Gabrielle renacida en Coco. La amistad se trunca, la lente de Vilmorin gana en distancia, las memorias quedan. El resultado es un reflejo de mentiras frente al espejo que son verdades invertidas, o cristal de seducción, voluntad y moda, en el viaje de Chanel desde el orfanato hacia la fama mundial sin olvidar las escalas necesarias: la pasión por el dinero como medio para alcanzar la libertad, la coquetería trocada en imperio y la manipulación del mundo en su vertiente creativa.



MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939 - Bangkok, 2003) fue novelista, poeta, periodista, gastrónomo, historiador e intelectual incansable, capaz de transformar el relato policíaco en crónica del desencanto, el fútbol en filosofía política o la cocina en pensamiento de vanguardia. Además de crear al famoso detective Carvalho, su narrativa está plagada de obras espléndidas como El pianista o Los alegres muchachos de Atzavara.

Menajem Mendel,
desde Odesa, a su esposa Sheine Sheindel en Kasrilevke

A través de la correspondencia con su esposa, un emigrante que sale de una pequeña ciudad a buscar fortuna nos relata sus aventuras. El fracaso de todas las iniciativas de Mendel no es más que un breve período en el que incubar el sueño siguiente, un nuevo arranque para huir de la mísera realidad: la humilde aldea de Kasrilevke, residencia para judíos, también llamada gueto, en la Rusia del Zar. 
Estas cartas entre los esposos Mendel son como un documento del sentido del humor yiddish: mordaz, ingenuo y espiritual, combinación característica de los relatos del mundo judío centroeuropeo y eslavo, heredado por los Hermanos Marx, Charles Chaplin o Woody Allen. 

Menajem Mendel tiene la desfachatez de acometer el exilio y la soledad como requisitos de una gran aventura, más allá de las necesidades de supervivencia personal. El fracaso es eventual, el sueño no.



Madame de  (Louise de Vilmorin)   Obligada por las deudas que ha contraído, una dama de la alta sociedad vende a espaldas de su marido una valiosa joya que éste le había regalado tras la boda. Su esposo logrará recuperar los pendientes y los regalará ahora a su amante, segundo acto del ciclo dramático de una joya que oculta toda una cartografía de amores falsos, amores verdaderos, débitos e infidelidades. Yendo de mano en mano, el precioso objeto mostrará una parte subterránea de la sociedad y unas almas empeñadas por unos pendientes. Plasmada en un cuento moral, esta mujer sin nombre, entre la Karenina y la Bovary, atrapada por la conveniencia, el orden, incluso la elegancia, es tan sólo madame de.


miércoles, 16 de octubre de 2013

Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el don único.

















Lighea, escrito al parecer en 1956, cuando el escritor volvía de una larga excursión por el litoral de Augusta, que realizara en el verano de ese mismo año. Es, sin duda alguna, lo mejor del libro. Y no queremos llamar aquí la atención del lector a fin de que aprecie los valores más evidentes de dicho relato —desde la representación del café Turínés hasta la orgía pánica entre el joven filólogo siciliano y Lighea. Como siempre, para hacerse leer, Tomasi de Lampedusa echa mano de toda su cultura y de todo su genio de escritor impecable. Por su mente pasaron Böecklin, Wells (lo cita, incluso), quizá también el Soldati de La verdad sobre el caso Motta; y su prosa, entre ironía muy amarga y canto desplegado, nunca ha sido tan hermosa, rica y fascinante... (...) Si en verdad quiere uno comprender a Tomasi de Lampedusa; si no se desea malinterpretar el mensaje del mismo Gatopardo —que es, repetimos, moral y político, serial de la verdadera modernidad y originalidad de la novela—, será menester considerar también a este anciano excéntrico, a este cortejador de la Muerte y de la Nada, que es el profesor La Ciura.”



Nota introductoria (Material de lecturaGuillermo Fernández)





Extractos:

Hubo de transcurrir un mes para que de las consideraciones generales —originalísimas, pero genéricas de su parte— pasáramos a los argumentos indiscretos, que son los únicos que distinguen las conversaciones entre amigos y las de los simples conocidos. Y fui yo el que tomó la iniciativa. Su expectoración constante me molestaba (como les molestó también a los guardianes del Hades que terminaron por acercarle a su mesa una escupidera de latón pulido como un espejo). Me atreví a preguntarle por qué no se curaba de aquel insistente catarro. Le hice la pregunta irreflexivamente, y pronto me arrepentí de mi atrevimiento. Esperaba que la ira senatorial hiciera desplomar sobre mi cabeza  los artesonados del techo. Pero nada. Me respondió con su voz muy bien timbrada, pausadamente: “Pero querido Corbera, yo no padezco de ningún catarro. Tú, que observas tan minuciosamente, habrás debido notar que nunca toso antes de escupir. Mi expectoración no es señal de enfermedad ninguna, sino de salud mental. Escupo porque me dan asco las tonterías que leo. Si te quisieras tomar la molestia de examinar ese arnés (me indicaba la escupidera), podrías darte cuenta de que contiene muy poca saliva y ninguna traza de moco. Mis esputos son simbólicos y altamente culturales. 




“La verdad, senador, es que comencé a venir aquí como a un asilo temporal alejado del mundo. He tenido contratiempos con dos de esas muchachas que usted estigmatiza con toda justicia.” La respuesta fue despiadada y fulminante. “¿Cuernos, eh, Corbera, o bien, enfermedades?” “Ninguna de esas cosas, sino algo peor: abandono.” Y le conté los ridículos acontecimientos de dos meses atrás. Se los conté jocosamente, porque la úlcera de mi amor propio ya estaba cicatrizada. Cualquiera que no hubiese sido ese helenista lo habría tomado a broma o, excepcionalmente, se habría compadecido de mi ruina. Pero el terrible anciano no hizo ninguna de las dos cosas: se indignó. “Esto es lo que sucede, Corbera, cuando se acoplan los seres enfermos y escuálidos. Lo mismo que te digo se lo diría a esas dos mujerzuelas si tuviese el disgusto de conocerlas.” “¿Enfermas, senador? Las dos eran encantadoras. Si usted las hubiera visto cómo comían cuando íbamos a Los Espejos. Tampoco eran escuálidas: eran dos ejemplares magníficos y elegantes.” El senador lanzó a la escupidera uno de sus esputos desdeñosos. “Enfermas, lo he dicho bien, enfermas. Dentro de 50, 70 años, quizás mucho antes, reventarán, porque ya están enfermas. Y también escuálidas: su hermosa elegancia está hecha de chanchullos, de pullovers robados y de mohínes aprendidos en el cine. Qué hermosa generosidad la de ésas, que andan a la pesca de billetuchos viscosos en los bolsillos del amante, en lugar de regalarle, como hacen otras, perlas rosadas y ramos de coral. Esto les pasa a ustedes por enredarse con esos borrones pintados. ¿Pero no sentían ustedes el asco, un asco recíproco al besuquear sus futuros esqueletos entre las sábanas malolientes?” Le respondí como un estúpido: “Pero si las sábanas siempre estaban limpias, senador.” Se enfureció. “¿Pero qué tienen que ver las sábanas? Se trata de su olor a cadáver. Lo repito: ¿cómo le hacen ustedes para andar en juergas con gente de distinta ralea?” Me ofendí, pues yo codiciaba una deliciosa coussette de ventura. “Según usted, no se debe ir a la cama sino con Altezas Serenísimas?” “¿Pero quién está hablando de Altezas Serenísimas? Esas también son carne de cañón, coma las otras. Tú no puedes entender estas cosas, jovencito; y la culpa es mía, por decírtelas. Es fatal que tú y tus amigas se encaminen por los mefíticos pantanos de los placeres inmundos. Muy pocos son los que lo saben.” Sonrió, con los ojos vueltos hacia el techo; en su rostro había una expresión de arrobamiento. Luego me tendió la mano, y se fue.





“Ya te lo he dicho, Corbera: era una bestia, pero también era una inmortal, y es lamentable que las palabras no logren expresar esta síntesis como ella la expresaba con su propio cuerpo. No solo en el acto carnal manifestaba una jocundidad y una delicadeza opuestas a la oscura libídine animal, sino también su conversación poseía una inmediatez poderosa que únicamente he vuelto a encontrar muy pocas veces en los grandes poetas. No por nada es hija de Calíope. En lo profundo de todas las culturas, ignorante de toda sabiduría, desdeñosa de cualquier tipo de constricción moral, ella forma parte del venero de cualquier cultura, de cualquier sabiduría, de cualquier ética, y sabía expresar su primigenia superioridad en términos de escabrosa belleza. ‘Soy todo porque solo soy corriente de vida despojada de accidentes; soy inmortal porque en mí confluyen todas las muertes, desde aquella de la merluza hasta la de Zeus, y reunidas en mí vuelven a convertirse en vida ya no individual, sino pánica y, por lo tanto, libre.’ 

viernes, 4 de octubre de 2013

ENTREVISTA CAPOTIANA

ESCRITURAS Y VIVENCIAS LITERARIAS DE TONI MONTESINOS
VIERNES, 4 DE OCTUBRE DE 2013

Entrevista capotiana a Déborah Puig-Pey





En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Déborah Puig-Pey.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El lugar que no he sabido encontrar, el que me correspondiera. Uno imaginario ¿eh?, sin consecuencias irreversibles.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, en principio no. Tal vez para comer, si me apuran.
¿Es usted cruel?
La crueldad es un misterio, jamás la he entendido. Para mí su existencia en el mundo es: o bien motivo de depresión mayor, y escepticismo absoluto respecto al ser humano, o bien objeto primordial de investigación de las ciencias humanas, algo parecido a lo que sería buscar al diablo para un exorcista. Hasta ahora sólo he visto verdadero interés en tal búsqueda en Freud y en Sade.
¿Tiene muchos amigos?
Depende de lo que quiera decir “muchos”, pero creo que en amistad he tenido el privilegio de gozar calidad y cantidad. Sin la intervención de mis amigos estaría muerta.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ninguna, nada.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Nunca me ha decepcionado un amigo.
¿Es usted una persona sincera?
En general, sí. No puedo evitar la transmisión de mis autoengaños, en ese sentido, si dijera toda la verdad sería una especie de Dios.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gustaría encontrar alguna actividad que realmente me concediera tiempo libre de tiempo.
¿Qué le da más miedo?
No hacerme comprender, sentirme abandonada o incomunicada.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La crueldad, como he dado a entender antes, me deprime, pero me enerva que lleve en sí un discurso: es la base de la injusticia social. Entiendo por crueldad el ejercicio junto a la gustosa connivencia con una prolongación innecesaria del sufrimiento.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Bailar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bailar, o cansarme.
¿Sabe cocinar?
Un poco, mis antepasadas eran grandes cocineras, no les llego a la suela de la zapatilla.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A alguno de los muchos olvidados.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Quizá la palabra “palabra”, pero no estoy segura de que la esperanza haya tenido siempre el mismo sentido.
¿Y la más peligrosa?
“Necesito”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Supongo que sí, la imaginación sirve también para ese tipo de delitos hipotéticos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me importan los desfavorecidos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Hada.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Fumar, fumar y fumar.
¿Y sus virtudes?
Mi nivel de tolerancia de los vicios ajenos es muy alto.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
¿Toda mi vida muy rápidamente? ¿Peces?
T. M


domingo, 29 de septiembre de 2013

Árboles lloran por lluvias






Esta canción medieval y sefardí ha llegado a ser un himno de duelo para todos los deportados:





Arvoles yoran por luvyas, i muntanyas por ayres. Ansi yoran los mis ojos, por ti kerida amante. En tierras ajenas yo me vo murir. Enfrente de mi ay un anjelo, kon sus ojos me mira. Yorar kero i no puedo. Mi korason suspira. Torno i te digo: ke va a ser de mi? En tierras ajenas yo me vo murir




Árboles lloran por las lluvias y montañas por los aires, así lloran mis ojos por ti, querida amante. En tierras ajenas yo me voy a morir, frente a mí hay un anhelo que con sus ojos me mira; llorar quiero y no puedo, mi corazón suspira. Vuelvo y digo: 'Qué va a ser de mí? En tierras ajenas yo me voy a morir'».






También es un recordatorio para España. Dando nombre a una de las comunidades más extendidas en el mundo (Sefarad), es el único país con pasado judío que no tiene paseos de hombres cubiertos con sombreros de alas negras, el único cuyas sinagogas no están anunciadas en la entrada, el único que goza de lagunas de memoria pasteurizada. En Barcelona, en Gerona, las juderías o calls han sido rehabilitadas directamente para uso turístico, sin haberlas antes llorado, exprimido o exhumado.




Como es habitual en Archivos del Pentagrama, mi experiencia personal queda aquí reflejada para volver a su territorio original, que es el acervo común, sin el cual  probablemente no habría mucho que experimentar. Mi padre, Yehuda Parente Philosoph (yo me llamé Déborah Parente hasta poco después de celebrarse el matrimonio Stiefel/Puig-Pey en junio de 1972) había nacido en Tel-Aviv bajo la bandera inglesa, pero siempre mantuvo las costumbres de su educación sefardita, hablaba ese castellano suave y antiguo que había aprendido de sus padres, descendientes directos de los judíos que partieron desde Salónica, la única ciudad de la Diáspora que contaba con mayoría de población judía, y adonde habían llegado una gran parte de los judíos expulsados de España, manteniendo la cultura que se habían llevado con ellos. Mi padre, incluso, a pesar de haberse unido a un kibbutz comunista, y de haber sufrido las obligaciones del ejército israelí, se convirtió al cristianismo "ortodoxo" oriental, y en cuanto pudo se vino a España, donde pasaría una larga temporada, exhimido de la guerra gracias a una asma crónica y una crisis nerviosa contra las armas, para poder hacer lo que tanto le gustaba: ver y escuchar flamenco, sin olvidar las jotas, que también le chiflaban. 
En Barcelona conoció a mi madre.

A mi padre lo conocí por sus cartas. Supongo que tenía idealizada su Sefarad, pero si se puede hablar de amor por un lugar, éste, el del infinitamente expatriado, de Israel, de España, de Salónica, y nuevamente de Israel si nos atenemos a las promesas de simiente de paz, es uno de los más generosos y menos territoriales. Los recuerdos sensitivos de la tierra natal se han convertido en estructura y canciones, en la mística contemporánea de Simone Weil, el espiritualismo lógico de Spinoza, o el "vacío cósmico, entre lenguas y países que sólo a medias quiere como suyos" de Elias Canetti, excelentes caminos de la vida y el pensamiento hacia lo irregular. La cuestión es que Sefarad es precisamente difícil de olvidar. Es la metáfora de la cultura que se ausenta, o se lleva a cuestas, pero está viva. Basada en las substancias de un caldo de cocción interminable, cuando el líquido debiera haberse evaporado ya, resulta que mantiene sus propiedades proteicas (de transformación), prometeicas (de creación) y prácticas (de organización).














INFORMACIÓN GENERAL EN 

Historia de los judíos de Salónica 


Sefardí


sábado, 28 de septiembre de 2013

Entre mis maestros

Enseñando ballet era todo un carácter, hubiera sido un ruso genial.

Su escuela estaba al lado de una tienda Singer de máquinas de coser. Yo me deslizaba durante el turno de noche, hacia las ocho, dentro de la pequeña portería de Mayor de Gracia, y subía las escaleras hacia las aulas sin poder evitar el pensamiento de que Isadora Duncan convivió y tuvo un hijo con Isaac Merritt Singer, el creador y propietario de esa gran red de tramas y urdimbres mecánicas, la Singer Sewing Machine Company.
A los 15 años, me había impresionado la película de Karel Reisz, Isadora.
Gracias a la fortuna de Singer, Isadora construyó una gran escuela de danza y vida para niñas pobres, que aún perdura.



Unos recuerdos para/de: 
Joan Tena



Joan Tena, coreógrafo y bailarín

Fue un gran innovador de la danza en la década de 1950












A la edad de 14 años se inició en la danza clásica con el maestro Joan Magriñà, si bien su profesora y gran amiga fue la mítica maestra rusa afincada en la capital catalana Maria Goubonina -la célebre "Madame Noreg"-. Joan Tena fue uno de los pioneros en Cataluña en introducir el dodecafonismo en la danza. Su fama se inicia en 1952 cuando, con la ayuda de un mecenas privado, forma el Ballet Joan Tena. La compañía que se presenta en el teatro Calderón de Barcelona tiene el apoyo de un grupo de intelectuales que Tena consigue reunir en su entorno: Antoni Tàpies, Joan Brossa, Joan Josep Tharrats, Josep Guinovart, Ramon Trabal Altés, Josep Maria Mestres Quadreny y Xavier Montsalvatge, son algunos de los artistas.
El repertorio de la compañía de Joan Tena estaba formado por coreografías en su mayoría de su director. Entre ellas destacaban La Rambla, con música de Joan Comellas; Carnaval, de Schumann; Suite abstracta y El Mandarín maravilloso, de Béla Bartók, con decorados de Josep Tharrats. En esta compañía bailaban el propio Joan Tena y Antonio Mullor, Pilar Llorens, Consol Villaubí y Maruja Blanco.
El Ballet Joan Tena realizó giras por Cataluña, Suiza y por el resto del Estado en el marco de la programación de los Festivales de España. En 1957 se disuelve la compañía y nace el Ballet de Cambra integrado por un reducido número de bailarines. Su repertorio incluye Barcelona blue,de Montsalvatge; Allegro bárbaro, de Béla Bartók, y L'ocell blau, de Chaikovski, entre otros.
En el año 1979, paralelamente a su condición de maestro de danza, crea el grupo Joan Tena Ballet Drama. En esta etapa destacan las coreografías Madame Liuvob, Cantigas de Alfonso X el Sabio y La hipocresía de Dios, en memoria de Nijinski. Más adelante crea un grupo nuevo para el que coreografía Campanades a mort y El meu amic el mar, ambas con música de Lluís Llach.
Junto a su trabajo de coreógrafo y bailarín hay que destacar su disciplinado trabajo como maestro de baile. En su carismático estudio del barrio de Gràcia de Barcelona, rodeado de recuerdos, daba sus clases. Joan Tena nos enseñó a apasionarnos por la danza. No quería espejos en sus clases: el baile hay que sentirlo en el cuerpo, gritaba, agitando su bastón. En sus clases siempre hubo un piano. No quería la música grabada. Interrogaba a sus alumnos sobre música, literatura y teatro. Joan Tena quería que sus discípulos tuvieran curiosidad por las otras artes. Los domingos por la mañana nos solía llevar a los conciertos del Palau de la Música. Adoraba la música de Aram Khachaturian y murió soñando con ser director del ballet nacional catalán.

Barcelona acoge durante la Segunda Guerra Mundial a algunos bailarines y profesores de danza que han huido de la situación política de su país. Una vez aquí, ayudan a formar a otros bailarines. Entre estos alumnos hallamos por ejemplo a Joan Tena, que, como otros, compagina estas clases con las del maestro Magriñà.
Formado primero con Joan Magriñà y posteriormente con madame Noreg, y tras una primera etapa en la que trabaja en teatros del Paralelo, Joan Tena intenta sacar adelante la creación, junto a un grupo de intelectuales y artistas, de una compañía de ballet.
A partir del 1951 y con el apoyo del empresario Eduardo Tarragó, consigue presentar algunas coreografías propias en el Teatre Romea. El éxito obtenido le lleva a actuar en diversos escenarios de Cataluña, y en 1954 consigue crear finalmente el Ballet Joan Tena, que dispondrá de un espacioso local de ensayo y de recursos económicos suficientes para contratar a bailarines, escenógrafos y compositores. La formación viaja también fuera del país y actúa en Lausana, Ginebra, Lucerna y Berna.
La compañía de Tena da un paso adelante en la estética del ballet, ya que el director había tenido contactos con los bailarines y coreógrafos alemanes Harald Kreutzberg y Mary Wigman e incorpora algunas de las ideas expresionistas a este arte.

La compañía de Tena da un paso adelante en la estética del ballet, ya que el director había tenido contactos con los bailarines y coreógrafos alemanes Harald Kreutzberg y Mary Wigman e incorpora algunas de las ideas expresionistas a este arte.
La compañía se disuelve en 1957, pero el proyecto tiene continuidad con la fundación de la Escuela Joan Tena, situada en la calle Major de Gràcia, que realiza una importante actividad pedagógica y artística hasta bien entrados los años sesenta.
Durante esta década, Tena colabora con la escuela de Adrià Gual y se encarga de la coreografía de los estrenos teatrales, al tiempo que crea pequeñas piezas para su ballet de cámara, que se muestran en los festivales de fin de curso en el Teatre Romea. A mediados de los años setenta la compañía renace bajo el nombre de Ballet Drama Joan Tena. Su legado coreográfico incluye piezas como Homenatge a Petrarca, Cántigas de Alfonso X el Sabio, Madame Liubov y Campanades a mort. A lo largo de su trayectoria, Joan Tena luchó siempre para poder dotar a Cataluña de un ballet nacional.



... ... 


viernes, 20 de septiembre de 2013

Un cuento de Tolstoi y una o dos variantes









Un cuento de Tolstoi sobre la vida de un preso inocente es la base del relato de Stephen King Rita Hayworth y la redención de Shawshank, y de la película de Frank Darabont, basada a su vez en ese relato, que en España se tituló: Cadena Perpetua.




Fijaos en que el preso va soltando disimuladamente la tierra en el campo de trabajo, la que recoge por las noches después de cavar día tras día un subterráneo desde su celda. Abajo os pongo el link del relato de Tolstoi, donde podéis leer ese detalle; quienes hayan visto la peli lo recordarán. 

También en cómo encuentra en la prisión, al cabo de mucho tiempo, al verdadero autor del crimen que se le atribuye a él.

El tratamiento que Tolstoi da a su historia tiene una lectura y final diferentes. La esperanza cristiana reclama despojarse de la identidad psicológica y física, la hollywoodiense se centra en la libertad, igualmente conquistada con tesón y esfuerzo, abriendo sus extraordinarios caminos, y la identidad es sustituida fácilmente mediante signos externos: el evadido de la película toma el nombre del canalla que dirige la presión y se queda con toda su fortuna, mientras que en el cuento ruso, el preso asume la pena y oculta al verdadero autor del crimen, pues los trabajos que ha emprendido hacia una auténtica libertad "interior" ya le han revelado la naturaleza intrínseca de la culpa y la condena, falazmente suplantadas por un código de leyes humanas.

Rita Hayworth, y las otras mujeres que van desfilando en forma de posters por la celda de Tim Robbins, podrían representar una iconografía religiosa que se renueva bajo otra forma en la reproducción de esta historia. Este tema sería bastante más complicado porque también enlaza con los signos externos sociales: por ejemplo, en el film, las bellezas de moda sirven, además de hacer de tapadera del agujero que está excavando en la pared de la celda, de reconocimiento de la hombría del protagonista (a quien ha violado brutalmente otro preso matón) y en el cuento son las diferentes fases e iniciaciones que experimenta el acusado y que acaban convirtiéndolo en un hombre "tranquilo"...:




"En el cautiverio aprendió a hacer botas: y, con el dinero que ganó en su nuevo oficio, compró el Libro de los mártires, que solía leer cuando había luz en su celda. Los días festivos iba a la iglesia de la prisión, leía el Libro de los apóstoles y cantaba en el coro. Su voz se había conservado bastante bien. Los jefes de la prisión querían a Aksenov por su carácter tranquilo..."

El personaje de Morgan Freeman es también el Aksenov de Tolstoi, cuya ansia de salir de prisión se ve diezmada a medida que pasa el tiempo. No sabiendo como sobrevivir ya fuera de allí, ese desaprendizaje de la vida común, su condición de inadaptado, será el trampolín hacia la búsqueda de una redención, una vida "superior".



La idea del paso de un tiempo inabarcable, del que sólo percibimos una larga espera, está contenida en el amor de "Tim Robbins" por la geología y su comprensión de que esa dimensión temporal de la tierra es la verdadera y hay que someterse a ella, análogamente a cómo sería el tiempo de Dios para el personaje de Tolstoi.


Cadena perpetua



Dios ve la verdad pero no la dice cuando quiere

[Cuento. Texto completo.]