martes, 28 de febrero de 2017

Ariadna

Theseus and the Minotaur
by Burne Jones


"Nadie sabe qué mundo multiforme o qué multiplicada muerte llenan el laberinto. Tú tienes el tuyo, poblado de desoladas agonías".


 Julio Cortázar, Los Reyes 




 1744   Angelica Kauffmann




En la mitología griegaAriadna (en griego Ἀριάδνη, de la forma greco-cretense arihagne, ‘la más pura’) era hija de Minos y Pasífae, que eran los reyes de Creta que atacaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo. A cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para alimentar al Minotauro. Un año, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, marchó voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo.
Copa de Esón (c. 425–410 a. C., M.A.N., Madrid) en la que Teseo arrastra al Minotauro desde un laberinto parecido a un templo.
Ariadna se enamoró de Teseo a primera vista, como otros personajes femeninos que ayudaron a provocar el nuevo orden (un mitema que fue caracterizado como «de los desertores» por Ruck y Staples), y le ayudó dándole un ovillo del hilo que estaba hilando o, según otras fuentes, una corona luminosa para que pudiese hallar el camino de salida del Laberinto tras matar al Minotauro. Ariadna huyó entonces con Teseo, pero según Homero «no pudo lograrla, porque Artemisa la mató en Día, situada en medio de las olas, por la acusación de Dioniso» (Odisea xi.324). Homero no explica la naturaleza de la acusación de Dioniso.

En Hesíodo y la mayoría de las demás fuentes, Teseo abandonó a Ariadna dejándola dormida en Naxos y Dioniso la redescubrió y se casó con ella. Con él fue madre de Enopión, la personificación del vino, y fue ascendida a los cielos como la constelación Corona Borealis.
Ariadna permaneció fiel a Dioniso, pero más tarde Perseo la mató en el campo de batalla de Argos. En otros mitos Ariadna se ahorcó de un árbol, como Erígone y la Artemisa ahorcada, un tema mesopotámico. Sin embargo Dioniso descendió al Hades y la trajo de vuelta junto con su madre Sémele. Juntos se unieron entonces a los dioses del Olimpo.
Algunos investigadores creen, debido a su asociación con el hilo y los giros, que era una diosa de la tejedura, como Aracne, y sostienen tal afirmación con el mitema de la ninfa ahorcada.
Ariadna fue especialmente adorada
en NaxosDelosChipre y Atenas.
Algunos investigadores creen que Ariadna es el epíteto tras el que se esconde una primitiva diosa de la fertilidad de Creta, «el primer personaje divino de la mitología griega en ser inmediatamente reconocido en Creta» (Kerenyi 1993, p. 83), una vez hubo comenzado la arqueología. Creen que este personaje debe identificarse con el teónimo documentado en tablillas micénicas da-pu-ri-to-jo po-ti-ni-ja («Señora del Laberinto») y que para Homero y la mitología griega posterior, los orígenes divinos de Ariadna se diluyeron. En una copa ática (kílix) del pintor Esón (c. 425–410 a. C., M.A.N.Madrid), Teseo arrastra al Minotauro desde un laberinto parecido a un templo, pero la diosa que le ayuda es Atenea. Para los mitógrafos atenienses la mentora del fundador de Atenas es Palas Atenea y Ariadna no es más que un trofeo.


Según algunos habría en realidad dos Ariadnas:
  1. La esposa de Dioniso a la que mató Perseo.
  2. La princesa que se enamoró de Teseo, y que habría nacido dos generaciones después.
En la mitología romana, la diosa comparable es Libera, a la que los poetas romanos asociaban con la Ariadna greco-minoica.



''El sueño de Ariadna'' John Vanderlyn (EEUU, S. XIX)


Baco y Ariadna
Tiziano, hacia 1520-1523


John William Waterhouse: Ariadne - 1898 




George Frederic Watts (1817 - 1904) Ariadne in Naxos, 1894


Cerámica representando a Teseo matando al Minotauro.



viernes, 24 de febrero de 2017

Suffragette

 'Die suffragette' (1913), joya del cine mudo alemán

Clara Campoamor. La mujer olvidada 


Dones en lluita


Sufragistas, de Sarah Gavron




DOS MUJERES, DOS VOTOS,
DOS PELÍCULAS.
LAS BOSTONIANAS Y EL CASO WINSLOW
Mónica Barrientos Bueno


Las bostonianas


Iron Jawed Angels (traducida como Ángeles de hierro) es una película de 2004. Estuvo dirigida por Katja von Garnier y es protagonizada por Hilary Swank, Frances O'Connor, Julia Ormond, y Anjelica Huston. Se enfoca en el movimiento sufragista de las mujeres estadounidenses en 1910. La película fue aclamada en el Festival de Cine de Sundance.
La película está basada en hechos históricos, y sigue a las activistas Alice Paul y Lucy Burns mientras utilizan estrategias pacíficas y eficaces, tácticas, protestas, luchas y diálogos tendientes a lograr para las mujeres el derecho al voto; revolucionando el movimiento feminista estadounidense.


    Cómo las mujeres obtuvieron el derecho al voto en Suecia


Ken Burns - Not for Ourselves Alone - 1999 

                             

jueves, 23 de febrero de 2017

Norman Lindsay


Norman Alfred William Lindsay (22 de febrero de 1879 – 21 de noviembre de 1969) fue un conocido artista y escritor australiano. También fue escultorhistorietista y boxeador.



Norman Lindsay



Norman era hijo del cirujano irlandés Robert Charles William Alexander Lindsay y de Jane Elizabeth Lindsay from Creswick. Quinto de diez hijos, fue hermano de los artistas Percy Lindsay (1870-1952), Lionel Lindsay (1874-1961), Ruby Lindsay (1885-1919), y Daryl Lindsay (1889-1976).
El 23 de mayo de 1899, Lindsay se casó con Catherine (Kate) Agatha Parkinson, en Melbourne. Su hijo Jack nació en Melbourne el 20 de octubre de 1900, seguido por Raymond en 1903 y Phillip en 1906. Se divorciaron en 1918. Phillip falleció en 1958 y Raymond en 1960. Siguiendo la tradición Lindsay, Jack se convirtió en un editor, escritor, traductor y activista prolífico.
Rose Soady empezó a modelar para Norman en 1902. Se convirtió en su segunda esposa, su modelo más famosa, su manager y la impresora de la mayoría de sus grabados. Para la época en que se marchó para Londres en 1909, Rose había suplantado a su esposa y se unió a él allí en 1910.

Se casó con Rose Soady el 14 de enero de 1920. Sus hijas, Janet y Helen (Honey) nacieron en 1920 y 1922 respectivamente. Honey permaneció en los Estados Unidos tras un viaje con su madre para esconder los trabajos de su padre al inicio de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Jane adquirió un estudio de impresión en 1949.
Se casó con Rose Soady el 14 de enero de 1920. Sus hijas, Janet y Helen (Honey) nacieron en 1920 y 1922 respectivamente. Honey permaneció en los Estados Unidos tras un viaje con su madre para esconder los trabajos de su padre al inicio de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Jane adquirió un estudio de impresión en 1949.


Norman Lindsay and Rose Soady Bond Street Studio 1909
Lindsay es ampliamente considerado como uno de los artistas más importantes de Australia, quien produjo un vasto cuerpo de obras en diferentes medios, incluyendo aguafuerte, acuarelapintura al óleo y esculturas en hormigón y bronce.
Gran parte de su trabajo se encuentra albergado en su anterior casa en Faulconbridge (Nueva Gales del Sur), actualmente el Museo y Galería Norman Lindsay. 


Sus temas de alto contenido erótico, han sido a menudo objeto de crítica; las iglesias protestantes condenaron su obra por obscena.


Además fue autor de varias novelas, entre las que destacan Un coadjutor en Bohemia (1913), Redheap (1930), El tenorio cauteloso (1932) y Saturdee (1933).



Norman Lindsay Gallery & Museum







Su obra le proporcionó muchos enemigos, sus personajes resultaban identificables con personas vivas. Por esta razón Redheap estuvo prohibido en Australia hasta finales de los años 50. Escribió también literatura infantil, y uno de sus libros, The Magic Pudding (1919), se convirtió en todo un clásico australiano.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Dora Maar


- Eau, 1935


 Dora Maar aux petites mains by Man Ray, 1936


Barcelona Dora Maar 1932



Dora Maar. Study for Petrole Hahn. 1935.

Deux personnages dans un paysage.

lunes, 20 de febrero de 2017

Ángel González





















Me basta así

Si yo fuese Dios 

y tuviese el secreto, 

haría un ser exacto a ti; 

lo probaría 
(a la manera de los panaderos 
cuando prueban el pan, es decir: 
con la boca), 
y si ese sabor fuese 
igual al tuyo, o sea 
tu mismo olor, y tu manera 
de sonreír, 
y de guardar silencio, 
y de estrechar mi mano estrictamente, 
y de besarnos sin hacernos daño 
—de esto sí estoy seguro: pongo 
tanta atención cuando te beso—; 
                                entonces,


si yo fuese Dios, 

podría repetirte y repetirte, 

siempre la misma y siempre diferente, 

sin cansarme jamás del juego idéntico, 
sin desdeñar tampoco la que fuiste 
por la que ibas a ser dentro de nada; 
ya no sé si me explico, pero quiero 
aclarar que si yo fuese 
Dios, haría 
lo posible por ser Ángel González 
para quererte tal como te quiero, 
para aguardar con calma 
a que te crees tú misma cada día 
a que sorprendas todas las mañanas 
la luz recién nacida con tu propia 
luz, y corras 
la cortina impalpable que separa 
el sueño de la vida, 
resucitándome con tu palabra, 
Lázaro alegre, 
yo, 
mojado todavía 
de sombras y pereza, 
sorprendido y absorto 
en la contemplación de todo aquello 
que, en unión de mí mismo, 
recuperas y salvas, mueves, dejas 
abandonado cuando —luego— callas... 
(Escucho tu silencio. 
                    Oigo 
constelaciones: existes. 
                        Creo en ti. 
                                    Eres. 
                                          Me basta).





¿Cómo seré yo

cuando no sea yo?

Cuando el tiempo

haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.

Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.








Crepúsculo, Albuquerque, invierno


No fue un sueño,
lo vi:

La nieve ardía.








El derrotado

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca -y es tan sencillo-
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: «buen día,
madre».
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.