domingo, 1 de abril de 2018

El cisne


Anna Pavlova (12 de febrero de 1881 - 23 de enero de 1931). Bailarina rusa. Artista principal del Ballet Imperial Ruso y los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev.
La pasión de Pavlova por la danza comenzó con la visión de La Bella Durmiente, quedó tan impresionada que a los nueve años, su madre la llevó a una audición para la reconocida Escuela de Ballet Imperial. Su primer contacto con el ballet fue con la obra "Un cuento de hadas", organizada por los estudiantes de dicha escuela.



Nació en San Petersburgo en el seno de una familia campesina de bajos recursos. Ella declaró que su padre murió cuando ella tenía dos años de edad. Es posible que fuese hija ilegítima, y los biógrafos especulan que su padre pudo ser el banquero Lázar Polyakov, lo que explicaría su deseo de no hablar mucho de su herencia paterna. Cuando tenía ocho años fue rechazada de la Escuela del Ballet Imperial por no tener suficiente edad. Pero dos años más tarde fue admitida y estuvo allí hasta los dieciséis. Pável Gerdt, Christian Johansson y Eugenia Sokolova fueron quienes la formaron en el ballet clásico. Luego bailó en el Teatro Mariinski. En los primeros años de los Ballets Rusos trabajó brevemente con Serguéi Diáguilev antes de fundar su propia compañía y presentarse por todo el mundo.
En 1909 recorrió Europa con los ballets de Serguéi Diáguilev y dos años más tarde formó su propia compañía. Unió sus aptitudes coreográficas y grandes dotes de actriz. Aportó muchas innovaciones creadoras. Sobresalió esencialmente en la interpretación de los ballets románticos. En 1919, durante una gira por México, Pávlova fue una de las primeras bailarinas clásicas en ejecutar el Jarabe Tapatío, vestida con la indumentaria de china poblana.



Pávlova cambió para siempre el ideal de las bailarinas. En los años 1890, se esperaba de las bailarinas del Teatro Mariinski que fueran técnicamente fuertes, y esto significaba, normalmente, tener un cuerpo poderoso, musculoso y compacto. Pávlova era delgada, de apariencia delicada y etérea, perfecta para los papeles románticos como Giselle. Sus pies eran extremadamente arqueados, tanto es así que reforzó sus zapatillas pointe agregando un pedazo de cuero duro en las suelas para soportar y aplanar el cuerpo del zapato. En ese tiempo, muchos se dieron cuenta de sus ideas y lo consideraron una de las creaciones más ingeniosas para ocultar la plataforma del boxy. Pues éste se convertiría en el zapato pointe moderno, mientras que el empleo de la técnica en pointes funcionó menos dolorosamente y más fácilmente para el pie arqueado.








Pávlova falleció de pleuresía en La Haya, pocos días antes de cumplir 50 años, mientras estaba de gira. Su último deseo fue que le pusiesen su traje para La muerte del cisne, y sus últimas palabras fueron: "Tocad aquel último compás muy suavemente". De acuerdo con la tradición del ballet, en el día que ella tenía que actuar después, el espectáculo fue programado, con un solo proyector que iluminaba el escenario vacío donde debería estar la bailarina. 
El postre «Pávlova» fue llamado así por ella, si bien sus orígenes son discutidos.








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